SAMĀʿ TOOLBOX
SAMĀ
Además del aspecto teórico (o wisdom), el cultivo de la naturaleza esencial se apoya en un aspecto práctico (o toolbox) que comprende unas herramientas: las prácticas de la samāʿ, del dhikr, del hadra y de lo que podríamos llamar heartfulness o atención plena.
Samāʿ es un conjunto de prácticas -o tecnología espiritual- que comprende danza, música y canto, y es un aspecto importante de la vida contemplativa en ciertas escuelas de sufismo. Es un medio que permite al ser humano vivir la belleza de su naturaleza original en comunión con la Realidad única. La recitación de mantras, la danza, el canto coral, la meditación no directiva, o la respiración rítmica, son actividades que se incluyen en la propuesta de Samā’ Meditación.
DANZA
En cuanto a la danza, samāʿ hace referencia a la práctica conocida en occidente como danza derviche. Fue Rumi, el poeta y maestro de Asia Central, quien instauró esta bella y peculiar práctica.
El samā’ es una danza que imita el movimiento circular presente en el universo, y que podemos observar en la espiral del ADN, las huellas dactilares, el agua, el movimiento de los planetas, la forma de las galaxias. El que gira participa de esta danza cósmica y de su simbología. Otro símbolo presente en el giro está cifrado en la vestimenta tradicional del derviche.
En esta práctica el ser humano es el axis mundi, el eje que une cielo y tierra, aunque para ello deba dejar a un lado a su pequeño yo. La paradoja radica en que unifica el movimiento exterior con la quietud interior, de modo que armoniza lo que parece opuesto.
En 2008 la samā‘ fue inscrita como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad por la UNESCO.
MÚSICA Y CANTO
En relación al canto y la música, la audición musical con fines espirituales es otra antigua tradición sufí. Ḡazālī (1058-1111) sostiene que la música es un medio para descubrir lo que realmente hay en el corazón del ser humano. Y según Ibn 'Arabî, el canto espiritual y la audición de música sagrada (samāʿ ) es una forma de oración.
Una escucha atenta y contemplativa, tanto por parte del público como de los intérpretes, conduce a un estado de presencia intenso. Así, la escucha a través de la musica (samāʿ al-muqayyad) conduce a la escucha profunda (samāʿ al-mutlaq). Por ello es en sí misma una práctica espiritual que se ejercita tanto en conciertos como en otros rituales, y que -entre otros efectos beneficiosos- genera calma y quietud.
Desde hace siglos los sufíes han hecho referencias a la dimensión terapéutica y al poder e influencia espiritual de la audición musical. Fue Sarrāŷ uno de los primeros en hablar de sus virtudes terapéuticas: “Muchas enfermedades son sanadas por la samāʿ ”.
DHIKER
El dhikr es la práctica quintaesencial de todas las escuelas sufíes. Consiste en el canto repetitivo y rítmico de fórmulas o letanías, y lleva a un estado de presencia intenso que repercute positivamente en nuestro cuerpo físico, emocional, psíquico, y espiritual. Según la etimología, dhiker significa literalmente «recuerdo», y está asociado a la idea de que el ser humano vive en el olvido de sí mismo y del propósito último de la vida. Esto, dicho sea de paso, es la fuente de todo posible sufrimiento individual o colectivo. El dhiker nos invita a recordar quién somos realmente, en comunión con la fuente de todo lo que es.
La integración de la música en la práctica de la meditación es parte importante de la tradición sufi, sea vocal o instrumental. En el dhiker los cantos pueden ser acompañados por diversos instrumentos de percusión, o flautas (ney), entre otros.
HADRA
Haḍra significa literalmente presencia. Es una danza muy poderosa que se realiza en grupo, en la que los movimientos se hacen al unísono por todos los participantes. En ella se combina movimiento, respiración, y canto.
En la práctica del haḍra la respiración es el eje central, tratándose de una respiración diafragmática. El sufismo no es ajeno al poder de la respiracion como portal de presencia, siendo uno de los once principios de la escuela Naqshbandi. Se denomina en persa hosh dar dam, o respiración consciente.
Los participantes del haḍra -dispuestos normalmente en círculo- realizan la repetición rítmica de letanías acompasadas con su respiración y movimiento. Los cantos toman diversas formas que pueden incluir recitaciones o canto de poesía mística, entre otros.
ATENCIÓN PLENA - HEARTFULNESS
La práctica de la presencia está en la raíz de muchas tradiciones espirituales, aunque esta sea conocida por diferentes nombres. Hace referencia a la atención plena, es decir, a un estado de conciencia en el que –momento a momento- somos uno con la vida, desarrollándose tal y como es.
HEARTFULNESS
En el sufismo, la práctica de la presencia encuentra su más clara expresión en ocho principios de la escuela Naqshbandi, donde aportan un horizonte o marco de trabajo en el que cultivar la cualidad humana profunda. Tal vez sea apropiado llamar a ese cultivo heartfulness, dada la posición central del corazón [qalb] en la antropología espiritual sufí.
LOS 8 PRINCIPIOS
La escuela Naqshbandi, originaria de Asia Central, hereda estas ocho pautas que se hallan en la base de la práctica cotidiana personal del maestro del siglo XIII Ḵuāja ʿAbd-al-Ḵāliq Ḡujdawānī.
Los ocho principios son en realidad una sola práctica, y juntos describen –desde diferentes ángulos- lo que de hecho es un solo ejercicio. Por ello, son mutuamente interdependientes y constituyen unos parte de otros, se solapan entre sí, y juntos tejen un diseño que muestra un camino.
1) hûsh dar dam, respiración consciente;
2) nazar bar qadam, observación de los pasos;
3) safar dar watan, viaje al hogar;
4) khalwat dar anjuman, retiro en sociedad;
5) yâd kard, recuerdo;
6) bâz gasht, retorno;
7) nigâh dâsht, atención;
8) yâd dâsht, reunificar.